Aprender lenguaje musical.... aburrido? difícil? imposible?

No hay dudas de que todos recordamos de nuestras clases de música en el colegio primario o secundario.
Muchos tenemos excelentes recuerdos (como es el caso de mis clases en el secundario) y otros tenemos esos recuerdos que nos hacen pensar que música es ese momento en donde venían (sin ningún motivo aparente) a enseñarnos a trazar una clave de sol (símbolo que claramente no poseía ningún significado para nosotros) y a dictarnos frases carentes de lógica dentro de nuestra cabeza infantil (o carentes de importancia dentro de nuestra cabeza adolescente), como por ejemplo "la negra vale uno, y la blanca dos". Inmediatamente luego había que copiar una canción (obviamente de algún estilo y significado completamente desconocido para nosotros), luego había que ilustrarla (momento terrible porque claro está: nadie nos dijo de qué habla lo que vamos a cantar!) y luego tratar de entonar la melodía sin desconcentrarse de lo que está tratándonos de decir el compañero de al lado, o buscando alguna broma molesta para hacerle a la compañerita de adelante...
Otros muchos recuerdan las clases de música del secundario como ese momento somnífero en donde el profesor/a nos explicaba por qué Bach es tan importante, por qué Mozart fue un niño prodigio, la importancia de escuchar música clásica, y cómo toda la música occidental proviene de algo llamado "canto gregoriano".
Bueno. Qué lejano está todo esto de una Clase de Música, pero de las de verdad.
Resulta que la mayoría de los profesores de música siempre se olvidan de algo: de la música.
De qué se trata entonces una clase de música de verdad? Es algo así de aburrido e inaccesible, como lo que nosotros nos acordamos?
La respuesta (por suerte) es claramente NO.
Tomar nuestro instrumento, tocar alguna melodía pautada por el profesor, descubrir los elementos que utilizamos, y FINALMENTE descubrir con qué símbolos convencionales podemos transcribir esa música en un papel, sería el orden lógico de una clase de verdad.
Entonces una vez más, si nunca tratamos de realizar esto... cómo somos capaces de descubrir si realmente servimos o no?
Sería bueno poder darnos esa posibilidad.

Decidirse a empezar...

Cuando se habla de aprender música, siempre están esos prejuicios como "yo no sirvo", "no tengo buen oído", "yo no puedo ni tocar el timbre!", "yo no tengo ese talento...". Prejuicios falsos que nos alejan de lo más cercano al hombre: el quehacer musical.
En primer lugar, hay que partir de una realidad: todo ser humano, queriendo o no, hace música. Ya sea tarareando una canción, o golpeteando un ritmo contra la mesa, todos tenemos una musicalidad innata por el solo hecho de conocer y escuchar nuestra música favorita. Al igual que todos sabemos lo que es un cuento porque los venimos escuchando desde pequeños, sabemos distinguir cuándo nos hablan en otro idioma porque vimos infinidad de películas extranjeras, podemos darnos cuenta de la pulsación exacta del segundero de un reloj, la aceleración de nuestro corazón al correr, qué ruido es fuerte y qué ruido es suave, o imitamos el toque de la batería de nuestro tema favorito.
En lo cotidiano manejamos, sin darnos cuenta, montones de elementos musicales, lo cual deshecha por completo los prejuicios de "no servir", o de "no tener oído".
Muchas personas, por otra parte, piensan que hay que nacer con un talento musical evidente. Es cierto, muchos nacen con este talento tan obvio, que no cabe duda de que la música es para ellos. Pero también hay otra realidad: muchas personas, hasta me animaría a decir la mayoría, posee este talento tan escondido, que pasan muchísimos años de su vida sin darse cuenta que lo tienen.
Aprender música no sólo significa ir de la mano de nuestro propio talento porque desde niños supimos que nacimos con ese don. También significa animarse a descubrirlo cuando no es tan evidente, desenterrarlo de nuestra propia alma y hacerlo brillar.
Esto es lo más importante, y el objetivo primordial de las clases de música: descubrir nuestra propia musicalidad.